La Belleza Esencial

La belleza en el mundo es visible por todos; no obstante, dicha belleza es tan solo una manifestación de la belleza verdadera, que reside en el alma y a la que solo podremos acceder si nos adentramos en su conocimiento
— Platón

La belleza es un atributo que se encuentra en la materia y en lo inmaterial, la percibimos con los sentidos y con el sentimiento. Es una expresión que bien se da de forma espontánea, como es en la naturaleza o que es aplicada bajo atributos correspondientes a un ideal. En cualquier caso, un impacto expresivo que podemos captar e interpretar de manera singular, que nos ayuda en la lectura que hacemos del mundo. Constituye una forma de comprender lo que nos rodea, de aceptar, acercar y de desear. Lo que le otorga poder para generar atracción y placer, ante lo cual los seres humanos contamos con libertad suficiente para acoger su luz o su oscuridad, para elaborar sentimientos y actuar conforme a ellos. 


En términos estéticos se relaciona con la armonía, la simetría, el equilibrio, la proporción, el orden y la perfección, reflejado en obras que comprenden múltiples ámbitos, especialidades y dimensiones. También se encuentra asociada a la gracia, la elegancia y lo sublime, a personas, formas de ser o de ir por la vida, a momentos, emociones y sentimientos.

Cuando hablamos de la belleza que es sensible, pensamos en aquello que nos ilumina el animo, en lo prístino, en lo que nos aporta claridad, calma, paz. Pensamos así, en la depuración, en una belleza que no necesita adornos para resaltar, pensamos en lo esencial, en lo que se deja ver y sorprende por su sencillez.
 La belleza es uno de esos conceptos que en profundidad nos supera, contenida por el misterio de aquello que no podemos ver, ni tocar, lo que se encuentra mas allá de todo entendimiento. Lo que nos conmueve y nos cautiva el espíritu. Una cualidad que junto a la verdad y el bien, nos acerca a lo trascendente, a lo indecible.

 

Fotografía

Carolina Patiño, John Hoyos

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