Una arquitectura Sensible

La creencia en la importancia de la arquitectura se basa en la noción de que somos, para bien o para mal, personas diferentes en puntos diferentes, y en la convicción de que la tarea de la arquitectura es mostrarnos vívidamente quiénes podríamos ser idealmente.
Sin embargo, la arquitectura resulta desconcertante por lo inconsistente que es su capacidad de generar la felicidad en la que se basa su reclamo de nuestra atención. Si bien un edificio atractivo puede en ocasiones halagar un estado de ánimo ascendente, habrá momentos en que los lugares más agradables no podrán disipar nuestra tristeza o misantropía.
— Alain De Botton

El análisis que Alain De Botton hace sobre la arquitectura en su libro: The architecture of happiness / La arquitectura de la felicidad, es un buen punto de partida hacia los temas que en Guerrero Gallardo buscamos aclarar. Nuestra cuestión en esta linea sería: 
¿Quienes podríamos llegar a ser si los lugares que nos cobijan comprenden espacios que promuevan la concentración, la calma, el silencio o la meditación desprendida, la comunión con nuestro ser. Si la elaboración de la arquitectura es sensible a las necesidades mas profundas del ser humano, a la naturaleza del entorno, a la luz y a la materia?

Esta critica callada que reconoce las bondades, los faltantes y la entropía expuesta por diversas edificaciones que promueven el caos y la descomposición del entorno y de nuestra mente, de lo que hacemos uso y parte, asumiéndolo como un ambiente en el cual hacemos el transito de la vida, creamos relaciones, perspectivas, formas de ver, de sentir y de pensar, de comprender el mundo. Reconoce también las múltiples dimensiones del ser humano que deben integrarse y estar en armonía para funcionar adecuadamente.

Nuestras necesidades ciertamente no se limitan a requisitos básicos, como es contar con un techo, comer y dormir. Nuestros anhelos y aspiraciones sobrepasan estos aspectos en gran medida, considerando inquietudes morales, intelectuales y espirituales. Así como gustos y estilos particulares que podrían considerarse desde la estética, sin embargo, este ultimo aspecto es el mas débil para encontrar el satisfecho, cayendo en la tendencia de querer siempre más, más grande, más bonito, más brillante.

¿Qué es entonces suficiente para cubrir las demandas y anhelos del ser humano, qué es lo que nos satisface?

Nuestra teoría inicial encontraba su respuesta en el amor que nos mueve a la acción de cuidar, que este amor nos hace fieles y nos da propósito, con lo cual nos conducimos de cierta manera, repetimos ciertas acciones, creamos rituales para elevar momentos, asumimos un modo de vida que busca la permanencia de la belleza en la cotidianidad. Esa belleza que surge del acto desprendido de dar con amor, de prestarse y entregarse, de estar sin mas expectativas que el momento presente.Un escenario que anhela la eternidad, la trascendencia.

Pero, ¿acaso es eso posible si vivimos distraídos, si nos dedicamos a correr entre actividades, compromisos, deberes y obligaciones, si el ruido, los llamados y las interrupciones son incesantes, si no nos permitimos un respiro, una pausa, un silencio contemplativo?

Lo que sabemos es que si bien la arquitectura puede plantearse para promover claridad, su proyección solo puede ser entendida si el hombre esta en sintonía, si se permite un espacio-tiempo para contemplar, si anhela esa calma. De otro modo el silencio y la tranquilidad pueden ser insoportables. la esencia puede confundirse con algo deslucido, simple, falto de gracia.

Con lo cual el planteamiento siguiente es que necesitamos estos espacios, lugares para el silencio, la calma, y también necesitamos darnos el permiso, permitirnos momentos para reiniciar, para buscar lo que nos llena, para conocer la verdad y la belleza, para estar e ir con bien.

Video y fotografía

John Hoyos, Carolina Patiño

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